Provincia Matanzas

    Ciudad de Matanzas. Situada en el seno de la bahía homónima, atravesada por los ríos Yumurí y San Juan. Urbe costera por excelencia, el mar resulta una dominante del paisaje acompañado por los ríos que salvan un total de 29 puentes, cuatro de ellos centenarios y en funcionamiento activo actual, así como el de Bacunayagua, el más alto del país. Fundada el 12 de octubre de 1693, la ciudad contó con una planificación planimétrica previa ajustada a las Leyes de Indias, lo cual la convierte por su singularidad en la primera urbe moderna de Cuba, detalle que se proyecta en la construcción de edificios públicos y domiciliarios durante el Siglo XIX.

    Origen de su nombre

    El Gobernador de Cuba, Diego Velázquez, cuenta en sus Cartas de relación a Carlos V un incidente ocurrido en la bahía de Guanima, cuando un grupo de 30 españoles naufragados al norte de la actual provincia de Pinar del Río llegó a un poblado llamado Yucayo ubicado en una amplia rada, entre dos ríos. Aquí, los españoles interesaron de los indígenas el cruce al extremo opuesto para proseguir su camino hacia el este. El señor del lugar nombrado Guayucayex accedió a ello embarcándolos en canoas. Cuando las embarcaciones se hallaban en aguas profundas volcó las ligeras naves. La mayoría de los hispanos, lastrados por el peso se sus armaduras y arreos de metal se ahogó. Los que lograron llegar a tierra fueron capturados y ahorcados, excepto el jefe del grupo, García Mejía, y dos mujeres de 18 y 40 años respectivamente que quedaron en poder de Guayucayex, en tanto el hombre permaneció bajo la protección del vecino Habaguanex, señor del territorio de la actual Habana. Tres años después de estos hechos, una partida de españoles que lega a este sitio, conoció de la existencia de los cautivos al encontrar a García Mejía, quien hizo el relato de lo ocurrido. Se sabe que al rescatar a las dos mujeres Guayucayex intentó repetir la exitosa estratagema. A partir de ese instante, la bahía comenzó a llamarse de la “matança” perdiendo el nombre original. Así aparece en el mapa que lo consigna fechado en Sevilla en 1526.

    Historia

    Orígenes

    Cristóbal Colón, en su viaje de 1494, pudo observar la costa sureña de Matanzas, sin embargo el verdadero contacto inicial de los europeos con la zona occidental de Cuba ocurre hacia 1508, cuando Sebastián de Ocampo emprende el bojeo alrededor de la Isla. Se presume que entre 1514 y 1518, el gobernador colonial otorgara la primera encomienda matancera, en la margen oriental de la bahía, donde se conformó el pueblo indio de Caneymar. Por la escasez de oro, crece la producción agrícola desde los primeros tiempos. Las tierras del litoral norte de Matanzas, son ocupadas desde fechas muy tempranas, así como hay evidencias de que el extremo suroriental también vive un proceso similar a 1550.La ocupación del territorio matancero sufrió un proceso rápido y el cuero vacuno sustituyó al oro como producto principal; a esa razón obedece el predominio de la ganadería en esta etapa. A la economía regional se integran otros factores, como los cortes y extracción de maderas. Otros productos son la caña de azúcar y el tabaco.

    Fundación de la ciudad

    El cuero vacuno era el producto básico para el comercio de contrabando que se realizaba por las costas de Cuba entre piratas, corsarios y los pobladores de la Isla. En 1572, el Contador Pedro de Arana, informaba al Rey de que en el puerto de Matanzas los franceses entraban como por sus casas. El hecho más escandaloso lo protagonizaron los holandeses en 1628, cuando una escuadra al mando de Peter Heyn saqueó el 8 de septiembre en la rada yumurina a la Flota de la Plata, la que llevaba el oro de las colonias para la monarquía. El suceso puso el empuje y la acechanza del corso y la piratería en los mares americanos, al tiempo que demostró la necesidad de fortalecer la defensa militar.

    Para prevenir las intenciones de apoderarse de este enclave el rey de España Carlos II ordenó levantar una ciudad, lo cual se concretó el 12 de octubre de 1693 mediante la misa oficiada por el obispo, Diego Evelino de Compostela, en la cual bendijo la primera piedra del futuro templo cristiano y la intervención del Gobernador Interino Severino de Manzaneda, el cual proclamó oficialmente la constitución de la nueva urbe española en Cuba que llevó por nombre San Carlos, por el Rey Carlos II, y San Severino, por el Gobernador Interino de Matanzas.

    Al día siguiente se trasladó la importante comitiva a la “Punta Gorda” en la margen oeste de la bahía donde se bendijeron las obras del Castillo de San Severino que allí se levantaba, singular vestigio actual del acontecimiento fundador. En la creación de la ciudad de Matanzas se manifiestan características que le proporcionan un carácter único en el panorama cubano. Es la primera urbe del país erigida bajo la voluntad estatal explicita en los documentos emitidos por el Rey de España y responde en su esencia a los principios político-militares de los siglos renacentistas y a la imperiosa necesidad de resguardar a la capital de un ataque enemigo por la retaguardia. Se levantó de manera organizada con los conceptos de la cuadrícula española, plasmada en un plano previo, ajustado a “regla y cordel”, con el ánimo real de considerarla ciudad y no villa, como sus predecesoras. Por la procedencia del núcleo fundamental de sus fundadores se le puede considerar como la ciudad primada de los oriundos de las Islas Canarias en América. El proceso fundacional culminó cuando se le señaló por el Gobernador una amplia jurisdicción y el 8 de diciembre de 1694 quedó constituido el cabildo citadino con Diego Méndez de León Illada como alcalde de primer voto.

    Desarrollo socio-económico y cultural

    Ya en el Siglo XVIII, la economía matancera conserva como factor importante el preeminente desarrollo de la ganadería. La extracción de madera adquirió mayor empuje en esta etapa y el cultivo del tabaco también cobra impulso. El azúcar no avanzó mucho en esta etapa. La industria salitrera intensificó su importancia, otros renglones como el café y la cría de abejas se fomentan en las postrimerías de los años seiscientos. En 1793, se promulgó la orden que habilitaba el puerto de Matanzas para el comercio nacional y el tráfico de esclavos. El hecho señalaba el comienzo de un período de prosperidad. Un conjunto de factores propiciaba el nacimiento de la plantación esclavista. La nueva organización económica social comienza a perfilarse, cimentada sobre la mano de obra esclava; y la producción manufacturera de azúcar se convirtió en el renglón económico básico. El crecimiento mayor de los núcleos poblacionales estuvo centrado en la jurisdicción de Matanzas y las zonas aledañas, especialmente en el norte y el este. El crecimiento poblacional determinó, entre otros aspectos, la erección de templos católicos. En estos años afloran las primeras manifestaciones culturales sistemáticas en el territorio matancero. En 1813 se cuenta con la primera imprenta, la cuarta en el país. Se inicia la publicación de periódicos y surgen folletos y libros. En el teatro se alcanzan las más logradas realizaciones. También paralelo al desarrollo cultural de los sectores sociales dominantes, comienzan a crearse las condiciones que permiten la fusión de los elementos culturales que traen consigo los esclavos provenientes de África. La sustitución de las viejas estructuras agrarias prosigue con más fuerza. Se consolida la tendencia al crecimiento sostenido del peso de la mano de obra esclava, a pesar del cese de la trata legal. Se mantiene en este período la producción de azúcar y café, ruina total del tabaco, intensificación del tráfico portuario. El crecimiento de los ingenios es considerable. El aumento de la producción azucarera es lo más significativo.

    El desarrollo del transporte y las comunicaciones experimentó impulsos, donde el ferrocarril aparece como imperiosa necesidad del desarrollo azucarero. Es en Cárdenas, en 1837 donde primero aparece y en 1839 en Matanzas. El alumbrado público aparece en 1849.La educación cobra mayor ímpetu, se funda el Colegio La Empresa, el teatro prosigue marcando pautas, se fundan nuevas imprentas, la aparición de la música, las tertulias literarias, la inauguración del teatro Principal y posteriormente el Teatro Sauto, la Biblioteca Pública, el Liceo, y la transformación de la faz urbanística, hacen que la ciudad de Matanzas alcance su máximo esplendor y sea proclamada en 1860 como la Atenas de Cuba.

    Ciudad de los puentes

    La ciudad de Matanzas, una de las que más apelativos ha recibido a lo largo de su historia, surgió alrededor de su bahía homónima en la que desaguan 4 ríos. De las variadas obras ingenieras realizadas a través del tiempo para salvar las corrientes pluviales, se derivó uno de los más añejos sobrenombres de Matanzas: Ciudad de los Puentes. Ya era conocida así cuando en 1860 es también denominada Atenas de Cuba. A lo largo de más 3 siglos los matanceros desplegaron ingeniosidad en el uso de disímiles materiales para construir necesarios caminos sobre el agua. Algunos de estos puentes están dedicados exclusivamente al tránsito peatonal En numerosas ocasiones la inclemencia del tiempo destruyó la obra humana pero la perseverancia alimentada de optimismo, siempre logró mejorar la vía anterior. La historia registra la fecha de 1722 cuando fue construido un puente con todas las de la ley sobre el Río San Juan, el más céntrico

    Matanzas tiene también su alma propia. Le creció despacio como en sueños, arrullada por las palabras del aborigen fenecido. Matanzas es dulce y como solitaria. Su alma se ve en los crepúsculos cuando el aire se entretiene, húmedo y salobre, en rincones y corredores que ganan sombra en la oscuridad de la noche. A esta hora, cuando la luz del poniente recorta las montañas en el espejo del mar, el viaje de otras tierras puede cruzar el paso con poetas de antaño y de hogaño y la ciudad respira un aliento de verso y poesía. Es tiempo entonces de ir a acodarse sobre los puentes…
    Ercilio Vento Canosa

    Arquitectura

    Matanzas es la ciudad neoclásica por excelencia de Cuba. La relación entre sus notables monumentos y su grandioso escenario natural es única y relevante.

    Sin compromisos con tradiciones previas, la arquitectura matancera del siglo XIX representa “la nueva arquitectura” en el más completo sentido de la palabra. En un período muy breve, Matanzas dejó atrás la etapa de las chozas de guano. Las referencias para la construcción de la “nueva arquitectura” estuvieron tempranamente materializadas en edificios emblemáticos, construidos por un selecto grupo de arquitectos, entre los que brillaron individuos del relieve de Julio Sagebien, José Ramón Cabrera, Bartolomé Borrell, Francisco Betancourt, José Borrell, Manuel Antonio de Carrerá y Daniel Dall'Aglio, entre otros.

    Estos maestros de diferentes nacionalidades trabajaron en Matanzas y dejaron testimonios de alta arquitectura dentro del marco formal del Neoclasicismo. Aportes provenientes de distintos ámbitos culturales se fusionaron, acorde con los requerimientos del clima, la disponibilidad de materiales, las condiciones económicas y, sobre todo, las necesidades y aspiraciones de los matanceros, en un fascinante proceso de criollización de los modelos foráneos. En ese sentido, sin disminuir la importancia de edificios singulares, la verdadera trascendencia cultural del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Matanzas deriva del valor del conjunto urbano en su totalidad de partes, por la relación, única e histórica, establecida entre los edificios, el marco urbano y el entorno natural.

    Las referencias de la arquitectura doméstica matancera del siglo XIX no hay que buscarla fuera de las fronteras nacionales. Matanzas es hija de la ciudad de La Habana. Y de madre tan hermosa sólo pueden esperarse los mejores dones. Matanzas recibe, por tanto, una vieja tradición que asume a la manera del siglo XIX.

    Surge una arquitectura de fuerte personalidad y altos valores nacionales. La casa matancera temprana es generalmente de una sola planta con la puerta de entrada al centro de la fachada. A fines del siglo XIX, Matanzas era la ciudad más moderna y mejor construida de Cuba. Aún hoy, la ciudad mantiene el empaque de una elegancia peculiar, que se debe conservar para beneficio de todos.